El
Ávila; el pulmón de Caracas, como de costumbre, inhalando dióxido de carbono y
exhalando oxígeno puro para todos los citadinos de esta majestuosa cosmópolis. Cada
vez se le hace más difícil a este parque realizar la fotosíntesis, pero a pesar
de todo el bullicio que desborda la ciudad, el Ávila promete una paz espiritual
capaz de purificar el alma con un respiro.
Uno
de los habitantes subía buscando un respiro de paz. Trotando cuesta arriba, con
su rostro cargado de gotas de sudor. Se detuvo y apoyo sus manos en las
rodillas; descansando.
Julio,
un muchacho de complexión delgada y estatura baja. Cada fin de semana, después
de una ardua semana laboriosa, escalaba la montaña a paso firme y decidido.
Hizo
una pausa, recuperando aliento y tomando algo de agua. Ya iba a media colina.
Escuchó unas risas, sintió curiosidad. Julio siempre ha escuchado comentarios
de sus amigos que a esta famosa montaña suben jóvenes a practicar Cruising, con lo cual él estaba muy en
desacuerdo, porque podía ser un joven gay, pero tenía que respetar un lugar
público.
¿Cómo a alguien
le causa tanto morbo estar exponiendo su vida, bueno su reputación teniendo
sexo en un lugar tan frecuentado como el Ávila? Es de locos.
Pensaba
mientras inhalaba y exhalaba, pero él era un voyerista innato. Siguió las risas
y las pisadas hasta llegar a uno escuchar nada, sólo el silencio. Y luego, un
sonido rápido y seco, el sonido del cierra de un pantalón. Se escabulló en el
follaje, y se acercó un poco más, casi no podía caminar con las piernas
flexionadas. Llegó al punto donde pudo observar algo, la parte baja de un
muchacho, que estaba parado, quieto, esperando a que el otro chico con sus
piernas flexionadas sin temor a que los viesen le hiciera una felación.
El
pasivo ya estaba haciendo de lo suyo, de lo que más sabe, de lo que le gusta.
Mientras el otro chico, el activo, continuaba inmóvil, con solo pequeños jadeos
para no ser escuchados. Pero el voyerista Julio, quería verle la cara al
activo. Movió unos ramales y pudo divisar con toda la claridad del mundo y con
su buena vista como este chico ahogaba los jadeos. Julio también tuvo que
ahogar un jadeo; un jadeo y quedó desconcertado y estupefacto al ver que el
otro chico era Fernando…, su novio.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario