New York, 28 de junio de 1969.
El oficial arremetió esta vez con más fuerza dejando desvalido a Jerry contra el asfalto. Por la boca de mi "amigo" rebosaba sangre. Yo gritaba, daba patadas al aire, pero no podía hacer nada. Tenía mi cuerpo atado a otro oficial, me estaba lastimando retorciendo mis brazos, dejándome inmóviles.
Todos gritaban y corrían. Era desesperante. No le estábamos haciendo ningún mal a nadie, solo intentábamos estar en un bar donde podíamos ser quienes somos sin miedo. Ese pequeño escondite que teníamos de la sociedad había sido destruido.
—¡BASTA! Por favor —La voz Lily rompió en llanto cuando vio que el oficial cogió el cuerpo de Jerry del suelo, y con su bastón de "defensa" ofendió la libertad de mi amigo, quien ya no pudo más y cayó.
Lily corrió y sostuvo el cuerpo de Jerry en su regazo. Mis lágrimas surgieron y el pecho me ardió de dolor. Me dolió tanto ver a mi amigo en ese estado que sentí mis piernas flaquear, me contuvo y calme la desesperación. Cuando el oficial notó que no puse más resistencia fue despegándose de mi cuerpo y dejando mis extremidades libres. Al momento de soltarme me volteó hacia él.
—¡Maricón! —Su ancha y grotesca mano quedó plasmada en mi cara. Con lo débil que estaba mis piernas caí al suelo. Cerré los ojos y entre sollozos deseaba que todo cesara.
—¡David! Levántate ayúdame con Jerry —musitó Lily a mi oído—. Buscarán una patrulla y nos llevaran a todos.
Busqué fuerzas internas y pude levantarme. Entre los dos cogimos el cuerpo de Jerry. ¡Oh, mi Jerry tan frágil y delicado! Lo abracé suave para no lastimar sus heridas y besé la comisura de sus labios.
—¿David? ¿Eres tú? —Sonó apagado.
—Sí, amor, soy yo.
—Nunca me abandones, nuestra relación apenas inicia, y si muero al menos quiero morir a tu lado.
Hice un esfuerzo en coger a Jerry en brazos y llevarlo aún más rápido. En mis brazos parecía un angel, de sus ojos destilaba una hilera de lágrimas y su boca manchada de sangre me sonrió.
—Amor, ¿Qué hay de malo en ser diferente? —preguntó, intentando seguir conmigo.
—Nada, amor, solo que muchas personas no lo entienden.
Lily abrió una puerta de un edificio, corrimos por el pasillo y ella abrió otra. Era su apartamento. Su pareja, Diana, quedó horrorizada al vernos, comenzó a gritar y llorar. Llamó a emergencia.
—Amor, ya vendrá una ambulancia, estarás bien —le decía rozando su rostro.
—Detrás de esta pesadilla de la realidad… estoy soñando, sueño que vamos tú y yo agarrados de la mano, sonriendo, besándonos, demostrando al mundo que existe el amor entre hombres.
Lily y Diana se abrazaron y sollozaban. Parecía un velatorio, yo no lo quería ver así.
—Diana y Lily, mis grandes mujeres que hermosa pareja hacen, háganles saber al mundo que a una mujer no le hace falta un hombre.
Si la ambulancia hubiese llegado unos minutos después mi pequeño Jerry estuviese muerto. Pero su muerte hubiese valido mucho más vidas de las que he visto pasar.
Un año después, fuimos la pareja que él soñó. Íbamos agarrados de la mano, besándonos como él quería, marchando con miles de persona igual que nosotros, con diferentes orientaciones e identidades sexuales. Todos por una misma causa: Libertad.
"El amor tiene que ser libre y debe de haber protección para las parejas, sean del sexo que sean."
Gloria Trevi
"Amen sin prejuicios ni miedos"
Okay, cariño, ya te sigo
ResponderBorrarHola Blue Cigarrette,
ResponderBorrarTodos tenemos prejuicios, aunque sean de lo menos alarmantes. Ello no lo hace mejor ni peor pero, si que es cierto que a veces es mejor mirarse a uno mismo antes que juzgar sin saber. Un saludo!! Feliz día.
Holaa, me encanta como escribes, me ha hecho llorar, ojala todo el mundo pensase así pero que se le va hacer, espero más escritos como este.
ResponderBorrarUn beso con cafeína.